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Lo vivido entre los hermanos, se queda entre los hermanos

Actualizado: 4 nov 2020

Hace mucho tiempo, como hace mil años, había una princesa llamada Lina. Ella era muy bonita, con ojos color miel y el pelo rizado y castaño. Además de su belleza, ella era muy amable, de buen corazón y una gran sonrisa siempre en su rostro.


Un buen día de mayo, sus padres (los reyes Armando y Miranda) le dijeron que iba a tener un hermanito. Ella se entusiasmó ya que ella no tenía compañía en el palacio; no tenía nadie con quien jugar, ya que las mucamas entraban a su habitación, le servían el desayuno y se iban.


Al cabo de unos meses nació un príncipe fuerte, con una gran sonrisa como la de su hermana. Lina se entusiasmó más de lo que ya había estado en el proceso de embarazo de su madre. Pero cuando nació el bebé la sonrisa de la princesa se borró, ya no estaba tan contenta por tener un hermanito. Cuando el príncipe (al que llamaron Carcel) fue creciendo, la princesa cada vez se puso más celosa de su hermano menor.


Un buen día de verano, Lina se decidió ya no estar celosa de Carcel y se sintió aliviada y feliz, pero esa felicidad duro muy poco; ya que cuando Lina entró al palacio para sacar un libro y leerlo junto con su hermano, él ya no estaba. ¡Ella se preocupó mucho! Pensó que había desaparecido, no le podía decir sobre esto a sus padres. Si les decía ellos enloquecerían y pensarían que era su culpa, por eso decidió guardar el secreto y decirle a su mucama de más confianza que iba a ir a recuperar a su hermano y que hasta entonces que por favor la cubriera a ella y a su hermano hasta que llegaran a salvo. La mucama estuvo de acuerdo; y le dijo que aceptaba la tarea por más que su trabajo esté en riesgo.


Lina salió en la madrugada al bosque con algunos bocadillos para el camino, y algunas migajas de pan para marcar el pasaje y no perderse ya que quien entra ahí ya nunca sale… Al tercer día en el bosque “Jamás saldrás”, Lina ya estaba muy preocupada, pues todavía no encontraba a su hermano; ¿podría ser que el que se lo llevó sabía lo que hacía? ¿qué quería hacer con él? Lina empezó a llorar de preocupación, pero sonó un ruido de una voz, era la silueta de una mujer mayor. Lina vio que la mujer tenía a su hermano.


Ella intentó razonar con la mujer y le dijo:


- Deje a mi hermano en paz, señora, solo es un niño pequeño.

- No lo dejare, y no me llames señora, llámame DAMA PELIGROSA.

- Está bien “Dama peligrosa” pero suelta a mi allegado, te lo pido

- Lo dejare; pero con una condición.

- Lo que desees, dijo la princesa asustada.

- Me tendrás que entregar la corona de tu madre, padre, hermano y la tuya.

- ¡No lo hagas, Lina! Dijo Carcel desesperado.

- Sí lo haré, es por tu propio bien.


Lina presionó un botón que tenía colgado en el cuello y sonó una alarma muy fuerte, tan fuerte que la dama peligrosa tuvo que soltar a Carcel para poder cubrirse los oídos. Lina y su hermano echaron a correr y recogieron cada pedazo de pan para que la mujer no los siguiera, pero no fueron lo suficientemente cautelosos ¡Porque la dama peligrosa los encontró!

Lina presionó una vez más el mismo botón, pero esta vez 2 veces seguidas. Y esta vez, no solo sonó la alarma, sino que también apareció la guardia real. Arrestaron a la dama y jamás volvió a molestar a los felices hermanos.

Desde ese día Lina, Carcel y sus padres pasaron todo el tiempo posible juntos.




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