Gimnasta discapacitada

En una semana sería la competencia de gimnasia. Como siempre, mi entrenadora me trataba diferente por solo tener una mano, y eso hace que me sienta mal o que no tengan confianza en mí, quitándome seguridad. Nunca he podido competir porque mi entrenadora no me inscribe en el equipo como una participante. Yo siempre he querido demostrarle que puedo hacer lo mismo que las demás pero siempre me arrepiento. A causa de eso me dejan en la banca y me usan como suplente.

Actualmente, estamos realizando entrenamientos previos a la competencia nacional de Colombia.

- Jimena, anda a descansar, no podrás hacer esta competencia.

- Pero entrenadora, yo puedo hacer cualquier cosa. Soy igual que las demás y he entrenado muy duro.

- Mmm, siéntate en la banca por favor.

- Está bien

- Bueno, acabó el entrenamiento por hoy. Váyanse todas y acuérdense de comer saludable.

Me fui a mi casa muy triste, pero pensé que al día siguiente podía demostrar que soy capaz de hacer gimnasia al igual que todas. Pensé en no hacerle caso a mi entrenadora y hacer todos los ejercicios.

Llegué al segundo día de entrenamiento con mucho miedo, ya que nunca había podido hacer el arco adelante. Espero que hoy no toque eso, ya que quiero demostrar que yo puedo ser capaz de hacer lo mismo que las demás gimnastas.

- Chicas, hoy vamos a practicar los arcos adelante de la rutina. Jimena, tú mejor siéntate y observa.

En ese momento me entró un escalofrío, pero decidí arriesgarme y hacerlo.

-No entrenadora, yo voy a entrenar igual que todas, les voy a demostrar que lo puedo hacer.

- Bueno Jimena, entonces anda y demuestra tú primera

- ¿Yoooooo????, primera???

- Acaso hay alguna otra, obvio tú. No dices que puedes hacerlo.

Me preparé para hacer el ridículo más grande de mi vida o demostrar que yo podía hacer lo mismo que los demás y ser una gimnasta de élite.

Lo hice y ……me caí de espalda, no lo podía creer.

- JAJAJAJJAJAJ ¿Qué te dije, Jimena? no puedes hacerlo aún, siéntate

- Estaaaá- b-i-ennn, entrenadora

En ese momento me puse a llorar, ya no creía más en mí. ¿Y si la entrenadora tenía razón y no sirvo para la gimnasia? ¡¿Por qué tuve que nacer así?! Decidí renunciar, renunciar y no volver más.

Días después, mis amigas gimnastas me contaron en la escuela que despidieron a la entrenadora y que iba a venir una nueva. Yo no les hice caso, ya que tenía decidido no volver a saber nada sobre la gimnasia.

Estaba en la escuela y se me acercó una señorita alta, de pelo negro.

- Hola, ¿tú eres Jimena, no? Me preguntó.

- Hola, ¿si, quién es usted? Respondí.

- Me llamo Chloe, la nueva profesora de tu ex club de gimnasia. Te quería decir que tienes mucho potencial, ¿por qué no vuelves?.

- Gracias, pero yo no pienso volver a la gimnasia después de todo lo que he sufrido.

- Tú has sufrido a causa de esa entrenadora, me lo contaron tus compañeras. Pero te prometo que yo nunca te voy a discriminar por no tener una mano.

- Está bien, mañana vuelvo.

Estuve entrenando muy fuerte los últimos días antes de la competencia. Logré hacer todos los ejercicios y perfeccionar mi técnica. Llegó el día de la competencia nacional de Colombia, el máximo de puntaje era 10. Me sentía nerviosa, pero fuerte y con mucha confianza en mí misma. Hice mi rutina y me sentí muy orgullosa. Vi a lo lejos como mi anterior entrenadora me miraba con los ojos llorosos, sabía que se sentía mal por haberme tratado diferente y no haberme apoyado. Mi puntaje fue 8.9, nada mal para mi primera competencia.