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Fábula del delfín solidario y el gallito de las rocas


Hace muchísimo tiempo en el río Amazonas, ubicado en la Selva del Perú, vivía un

joven delfín muy juguetón, bueno y solidario. Nuestro joven amigo tenía un brillante

color gris, pero deseaba tener una piel más colorida, así como lo era su corazón. En

cambio los demás delfines lo tomaban siempre a broma por esta razón.


Un día estaba el delfín juguetón, revoloteando y saltando en el río, cuando escuchó

algo que lo estremeció, se acercó a la ribera y vio que se trataba de un gallito de las

rocas.


- ¡Ay, ay!¡...¡snif,snif!- lloraba desconsolado el ave.

- Amigo, ¿Qué te sucede?- preguntó el delfín.

- ¡Ay! me duele mi ala. Temprano crucé el río para buscar estas frutillas que

le encantan a mis crías, pero me lastimé mi ala y ahora no puedo regresar

volando, ¡snif, snif!- se lamentaba el gallito de las rocas.


En ese momento el delfín juguetón se sintió muy conmovido por el relato e ideó una

solución.


- Ven, súbete a mi lomo y te ayudaré a cruzar- dijo el delfín.

- ¡Oh! ¡Muchas, muchas, muchísimas gracias, eres un ángel!- dijo el gallito

de las rocas, mientras era llevado encima del delfín, cual caballito de

totora.


Al llegar al otro lado, el ave agradecida quiso recompensar al delfín con las frutillas,

pero este se negó educadamente, pues era muy feliz con tan solo haberlo podido

ayudar.


De pronto el río Amazonas y la luna, que lo habían presenciado todo, decidieron

premiar el actuar desinteresado del joven delfín.


- Yo te cubro con este manto mágico de agua- dijo el río Amazonas.

- Y yo te otorgo un precioso color rosado- agregó la luna.

- ¡Soy.. soy rosado! - exclamó el delfín emocionado y les preguntó por qué.

- Por tu gran corazón, a partir de hoy te llamarás delfín rosado del río

Amazonas y todo delfín que viva en este río alcanzará tu color- recitó el río.

- Ve y comparte tu alegría- dijo la luna.


Finalmente el joven delfín, ahora rosado, fue con los suyos y al toque de su aleta,

uno a uno se volvieron rosados también.


Así termina esta fábula donde todos los delfines comprendieron lo sucedido y

estaban agradecidos. Por eso, prometieron ser generosos entre ellos y con las

demás especies, convirtiéndose en un símbolo del Perú.




Ayudar a otros desinteresadamente te dará una gran alegría

y la vida también te dará la recompensa debida.

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